lunes, 2 de junio de 2008

>> Cuando los muertos simulan estar vivos...



Las historias de personas enterradas vivas tienen, en un gran porcentaje de casos, mucho de verdad. Antiguamente, la ausencia de signos vitales que indicaban que una persona había pasado a mejor vida eran mucho más difíciles de medir o detectar que ahora. Tengan en cuenta que actualmente existen estetoscopios, electrocardiogramas, electroencefalogramas y gran cantidad de signos y pruebas que nos puedan asegurar que una persona está, si me permiten la expresión, “totalmente muerta”.

Como seguramente todos ustedes sabrán,en España,está prohibido por ley enterrar a un cadáver antes de que hayan transcurrido 24 horas tras la muerte. Y esa ley no es precisamente fruto de un capricho, sino consecuencia de un problema histórico que se había dado con frecuencia, y no es otro que la de enterrar a una persona viva. De hecho, en el siglo XVIII en Francia, se llegaron a conocer 189 casos de enterramientos en vida. Y en España, las cosas estaban por el estilo. Esto, por supuesto, ayudó al desarrollo de nuevas y mejores técnicas para confirmar la muerte de una persona puesto que pocas cosas hay que resulten tan terroríficas en la mente humana como el hecho de ser enterrado vivo.

Así pues, gracias a medidas preventivas como la prohibición de enterrar a una persona antes de 24 horas tras su muerte se evitó que el “problema” llegara hasta el ataúd migrando en su lugar hacia el depósito de cadáveres o al tanatorio. ¿Y por qué digo que migró en lugar de solucionarse? Porque aún a día de hoy, ya sea por médicos incompetentes o por situaciones de muerte aparente (que explicaré más detenidamente después) se han dado bastantes casos de gente que ha “resucitado” en plena mesa de autopsias o incluso de gente que ha mostrado signos de estar viva justo antes de que le practicaran el primer corte de la autopsia.

Como he mencionado antes, a veces se pueden dar casos de muerte aparente, en donde la persona puede ser certificada como muerta si no se presta una atención especial. Las causas son muchas y muy variadas, algunos tipos de comas, hipotermia, electrocuciones, consumo de drogas depresoras, casos de especiales de cataplexia…

Todas estas causas tienen en común que se produce un debilitamiento general de las funciones vitales: El corazón puede latir muy débilmente, la respiración ser casi imperceptible, el pulso no se aprecia…

Con pruebas definitivas como una electroencefalografía sería fácil detectar estas muertes aparentes, pero esto no es algo que se haga con frecuencia. Las acciones más básicas para certificar una defunción son auscultar el corazón, tomar el pulso, detectar si hay respiración además de algunos reflejos. El problema está cuando se utilizan sólo estas acciones para los casos comentados más arriba surgiendo así la posibilidad de tener un invitado extraño en el tanatorio o depósito de cadáveres por un certificado de defunción erróneo.

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